HIJOS DE LOS HOMBRES

"No children. No future. No hope"

La humanidad es estéril y ha perdido toda esperanza. El hombre más joven del mundo tiene 18 años y ha sido asesinado. Inglaterra es el único país que ha conseguido controlar las luchas internas que han destruido el resto de naciones. ¿Alguien se imagina que esto pueda ocurrir en el 2027? Pues alguien lo ha hecho: Alfonso Cuarón, que adapta a la gran pantalla la novela de P. D. James que muestra este panorama desolador.

Y la verdad es que la desolación es algo que este director ha logrado magníficamente en Hijos de los hombres. Las luchas internas y grupos terroristas, la desesperación de los inmigrantes por cruzar la frontera y llegar a Inglaterra y las ciudades devastadas en las que viven están representados a la perfección.

Dentro de este escenario, Clive Owen encarna a Theo, un ex activista radical, deberá proteger a la persona que puede salvar a la humanidad: una joven inmigrante embarazada de ocho meses. Para cumplir su misión deberá adentrarse en una pequeña odisea postmoderna, donde los efectos de la esterilidad crean una naturaleza humana decadente.

Clive Owen en el papel de un Theo frío y distante en cuanto a sentimientos se refiere, lo hace bastante bien. El protagonista y la joven madre, Kee (Clare-Hope Ashitey), se cruzarán en su trayecto con diversos personajes secundarios muy distintos que dotan a la cinta de gran riqueza. Entre ellos cabe destacar a Michael Caine, que da vida a un divertido hippie.

La película está bastante bien hecha y la historia engancha, aunque, a mi parecer, cuando llegas al final te da la sensación de que te falta algo. A pesar de ello, Hijos de los hombres debe formar parte de esas míticas historias de ciencia ficción del mundo del cine y la literatura. Esas historias que nos hacen meditar sobre la humanidad, su fragilidad y sobre el futuro que nos depara.